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Luis Varela
SABER INVERTIR

Edición en línea del viernes 28 de noviembre de 2025
LA CANTIDAD DE ESCRITURAS CRECE PERO MENOS, LOS PRECIOS SE MUEVEN POCO DESDE HACE 6 MESES: LA CLAVE ESTÁ EN QUÉ PASE CON EL CRÉDITO HIPOTECARIO
Inmuebles estancados: son reserva de valor pero aún no son una buena inversión
Escribe LUÍS VARELA
luisalbertovarela@hotmail.com
Después
de una suba rabiosa en actividad y precios desde la llegada de Milei a la
Casa Rosada hasta mayo de este año, el mercado inmobiliario argentino ha
desarrollado durante los últimos seis meses un nivel de escrituración que
siguió creciendo de manera más amortiguada, pero con precios en dólares que
se estancaron, prácticamente con variación mínima, descolocando a los
inversores que podrían potenciar al sector y reactivar a la todavía
adormecida industria de la construcción.
Por supuesto, esta especie de mercado en "zona de duda" estuvo ligada al
desconcierto pre-electoral, con temor de que el programa económico se
encontrara con una enésima crisis, en la que una dolarización casi infinita
de los tenedores con capacidad de ahorro provocó una corrida cambiaria que
hizo saltar 35% al dólar de $ 1150 hasta $ 1550 entre junio y el triunfo
electoral K en la elección del 7 de setiembre, hasta que apareció el "tío
Bessent" (el secretario del Tesoro norteamericano), le puso el pecho a la
avalancha de los que estaban de salida, y consiguió que el billete verde
volviera a los $ 1450, cuando operadores, analistas e inversores locales
esperaban que llegara a $ 2000 o más allá.
Ese temblor cambiario fue enfrentado por el ministro de Economía Luis Caputo
provocando una absorción de pesos pocas veces vista y con tasas de interés
que subieron hasta el infinito (casi 100% anual), pero la caballería de
Trump, y el miedo a otro abismo económico hizo que los argentinos se dieran
vuelta, y en la elección del 26 de octubre el resultado electoral terminó en
una generalizada derrota consistente kirchnerista, salvo en provincia de
Buenos Aires, donde LLA ganó con Santilli convertido en pelado ganó por unas
milésimas.
Toda esa incertidumbre pre-electoral provocó un gran impacto en el crédito.
Los préstamos hipotecarios se estancaron entre mayo y setiembre, con los
bancos planteando cada vez más tasa de interés y más exigencia para los
potenciales compradores de propiedades. Ese camino, que es el que debe
convertir a inquilinos en propietarios, se tornó en algo muy selectivo y
solo para gente con altos ingresos. La cantidad de departamentos usados
ofrecidos en alquiler siguió creciendo, la renta por alquilar se fue
apagando. Y, con eso, el mercado inmobiliario dejó de convertirse en una
inversión para transformarse en una reserva de valor.
Superado el escollo electoral (que pudo haber tenido otro resultado si la
ayuda de Trump a Milei no hubiera aparecido), el mercado inmobiliario actual
se encuentra estacionado, en el que las agujas del movimiento es marcada por
un riesgo país que bajó de 1500 a 650 puntos, pero sin lograr llegar a los
400 puntos necesarios como para que el Gobierno argentino tenga acceso
nuevamente al crédito voluntario internacional, ya que hay una pared de
vencimientos de deuda complejo, y todavía dependemos de los dólares que
pueda conseguir Milei, con la ayuda de Bessent detrás, sin que nadie pueda
asegurar durante cuánto tiempo se mantendrá.
En esta situación, mientras el Gobierno está lanzado en realizar lo más
rápido posible las reformas estructurales (impositiva y laboral) que se
necesitan para que la Argentina se abarate y pueda ser competitiva, Caputo
abrió el grifo, liberó pesos en el sistema financiero, las tasas de interés
bajaron del 100 al 35% anual, pero los créditos hipotecarios siguen todavía
caros, y con complejo acceso para los inquilinos que buscan llegar al techo
propio, y abandonar la carga eterna de tener que pagar un alquiler muy alto
respecto de niveles de ingresos muy escasos.
Para que el sector pase a una nueva etapa, con multiplicación del crédito y
más compradores de propiedades, algo que haría que los inmuebles retomen los
valores en dólares hacia arriba, los costos del préstamo hipotecario
deberían bajar, tener menos exigencias de parte de los bancos. Pero los
analistas del sector creen que eso será un proceso lento, porque todo está
muy atado al nivel de ingresos de la población que alquila, que hoy está por
el piso en términos históricos. Y eso dependerá, en buena medida, de que el
programa económico siga con la desinflación y que el riesgo país baje para
que dejemos de ser calificados "standalone", por ser defaulteadores
seriales.
Con todo ese panorama sobre la mesa, en este informe especial de Saber
Invertir, planteamos qué está pasando con la actividad, qué ocurre con todos
los precios (barrio por barrio en CABA y GBA), e indicamos los costos de los
créditos hipotecarios banco por banco. Y desplegamos lo que se dice en el
sector, para ver si el ladrillo deja de ser sólo una reserva de valor
(refugio ante otra potencial crisis) para convertirse en una inversión
interesante, con renta por alquiler competitiva, que reanime la construcción
de propiedades nuevas y reanime la vital creación de empleo. ¿Qué es lo que
plantea hasta ahora? Veamos: