Luis Varela
SABER INVERTIR
Edición en línea del miércoles 13 de marzo de 2023
Fuerte retroceso en autos, tras dos décadas perdidas
Escribe LUIS VARELA
luisalbertovarela@hotmail.com
Hoy,
después de dos décadas con políticas económicas que causaron estropicio, caída
permanente y decadencia infinita, la Argentina está en medio de un ajuste
económico que se repite de manera sistemática. Ocurrió un gran ajuste en los 70,
el Rodrigazo (que desembocó en la dictadura), luego sobrevino otro ajuste
descomunal en 1989 con Alfonsín-Menem (la doble hiperinflación), después llegó
el descalabro del 2001 (que desembocó en la estafa a la población con la
pesificación asimétrica) y ahora estamos inmersos en una licuación que nadie
sabe cómo termina.
Esta sucesión de crisis que se da como si fuera una escalera descendente, con
peldaños que se suceden de manera continua y cada vez con más daño, ocurre
porque la estructura del país tiene desde la presidencia de Yrigoyen, en la
crisis del 30, un lento y permanente traspaso de empleo del sector privado al
sector público. Los que fueron quedando sin trabajo en el sector privado, cada
poder de turno, sin importar la bandería, fue colocando "amigos" en "puestitos
protegidos", que tuvieron que ser sostenidos cada vez más por los privados.
Así, los sueldos y demás contubernio del sector público debieron ser solventados
cada vez con más impuestos, más rojo fiscal, más emisión de dinero, más
endeudamiento, sucesivos incumplimientos de deuda, que nos sacaron del mapa,
tanto que las calificadoras de riesgo internacionales ya no encuentran categoría
para ubicar a la Argentina: los países que siempre cumplen son calificados con
la letra A, los que cumplen pero tienen algunos problemas con la letra B, los
que cumplen pero tienen muchos problemas con la letra C, los que no cumplen y
tienen problemas con la D. Y la Argentina perdió todas las letras, y somos la
única nación calificada como fuera de pista, bajo la denominación "standalone",
que en una traducción criolla podría decirse "solo como loco malo".
Por supuesto, detrás de cada crisis, con la consecuente estafa a la población o
a los acreedores externos, se logró un nuevo punto de partida desde donde
recomenzar. Desde allí se obtuvieron siempre cuatro o cinco años con avance,
pero después el país cayó en la misma situación, porque la relación entre
cantidad de empleos y contubernios públicos en relación a la cantidad de riqueza
que logran crear los privados no se modifica.
Y en este momento, después de ganar la elección prometiendo motosierra para el
sector público, en la práctica el Presidente Milei está repitiendo lo que
siempre se hizo: se vuelve a estafar a los privados, licuándoles los ahorros y
los ingresos, mientras que intenta podar a la política, pero gobernadores y
legisladores ("la política") le impiden hacer los cambios estructurales
necesarios. Y la Corte Suprema, que debe dirimir sobre la diferencia entre el
Ejecutivo y el Legislativo, se lava las manos: insólitamente, el Presidente del
Máximo tribunal, Horacio Rosatti, sorprendió diciendo que "el juez no está para
reemplazar a la política, son los políticos los que deben llegar a acuerdos".
No hace falta que detallemos la decadencia que sufren los argentinos. UNICEF
acaba de decir que 7 de cada 10 chicos argentinos son pobres. Pero en esta
ocasión que analizamos específicamente lo que ocurre en la plaza automotriz los
números ponen bien en evidencia cual es el retroceso. La crisis de 2001 recién
logró estabilidad (después de la nueva estafa de ocasión) en el año 2004, es
decir en la primera temporada con Néstor Kirchner en la Presidencia Argentina. Y
en 2004 la Argentina tenía una población de 38,5 M de habitantes, y en esa
temporada se vendieron en el país 288.500 autos, es decir un 0Km cada 133
personas.
Hoy que estamos en medio de la crisis, con una economía que con suerte
posiblemente encuentre base en el próximo escalón en 2026 o 2027, la Argentina
tiene 46,8 M de habitantes y según expertos del sector se teme que en toda esta
temporada no se llegarán a vender ni siguiera 330.000 unidades, lo cual de
cumplirse será la menor venta desde justamente 2004, y esto significa que en
este momento en el país se venderá un auto cada 142 personas.
La situación es gravísima. A pesar de tener argentinos con bolsillos vacíos, los
autos nuevos llegan con precios altísimos, y como hay insumos importados
faltantes, hay plantas paradas, con empleados suspendidos, en una crisis que si
se extiende puede llegar a convertirse en una ola de despidos en las fábricas y
también en las autopartistas que abastecen a las terminales. ¿Cuál es la foto
actual del sector? Veamos:
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